jueves, 3 de enero de 2008

Huellas Marcadas


No sé si fué la partida de un tío mío, o probablemente como dice el gran poeta Pablo Trullenque "sólo me duele el silencio de las cosas que envejecen", pero necesitaba escribir éste poema, dedicado a mis padres, tíos, amigos, con la intención de contener, crear un futuro eterno, entregar esperanza. Pero mas allá de éso, esta dedicado a quien quiera llevarselo. Al fin y al cabo Borges sugirió que una vez escrito el poema, ya no es nuestro. Que logre el cometido.


Es en vano que le pida al tiempo
Que detenga su circular manía
De marcar un inevitable destino.

Es difícil contener el blanco
Que en sus sienes cansadas,
Conquista invasivo sus cabellos sabios.

Es imposible que la sangre claudique
Su insistente capricho de encontrar remansos
En sus débiles latidos agotados.

Las miradas nunca envejecen,
Confluyen en su simple transparencia
Infancia, juventud, vigor y vejez.
Solo las cega una última luz redentora.

La inmortalidad esta garantizada
Mientras reclamemos al recuerdo
La memoria de los paternales gestos,
El regreso de los viejos olores de cocina,
La quietud de las siestas obligadas,
El retorno de las caricias ancianas.

Es que somos de creer que un último viaje
Simplemente nos lleva a un infinito prado celeste.
Consuela la paz de nuestros nocturnos sueños,
Que no tardará el abrazo de un nuevo reencuentro.

Mientras tanto mi tiempo, mis canas y mi sangre,
Siguen imitando sus huellas marcadas.
Orgulloso miro el crecer de las cosas
Hasta el último segundo de mi mirada.


Fernando Guillamondegui

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