jueves, 17 de enero de 2008

Sucede


Simplemente sucede...


Sucede que entre las tinieblas aprendidas
Aun no he encontrado la oscuridad deseada,
Aun no he podido ocultar mi rostro oxidado
Ni el lúgubre color de mis lágrimas…

Sucede que entre letras infames y desconocidas
Mi poesía ha encontrado su punto fatal,
Que ya no me importa escribir los mil tormentos
Que han sentido mis pares ante interminables castigos,
Ya nadie mira, ya nadie escucha…

Sucede que si he decidido morir algún día,
Lo he hecho solo por mi culpa, errónea o acertada,
Jamás he de morir por una tristeza impuesta,
Jamás he de morir porque no sea correspondido.

Sucede que mi pueblo grita y los demás no escuchan,
Pero mi pueblo compra lo que los demás venden,
Mi pueblo se ahoga mientras los demás filman,
Mi pueblo ayuna mientras los demás comen opíparos…

Sucede que debo callar por ser mal poeta,
Porque mis letras no tienen ya aquella fuerza del hachero,
Del docente castigado, del jubilado hambriento,
Del campesino fatigado, del minero sepultado,
Del niño que duerme en la calle, de su luciérnaga incansable,
Del llanto de un bebé parido sin leche ni abrigo…

Sucede que aun no entiendo porqué, solamente,
A pesar de todo existen las ganas…
Y el amor ilumina aquella esperanza apagada,
Y una guitarra me calla, cuando debo hablarla…

Sucede, mi querido nadie,
Que entre las tinieblas aprendidas y disimuladas
Que aun no encuentre la oscuridad deseada,
Será que algo nuevo está sucediendo,
Una semilla oculta ha de estar creciendo,
Una canción tácita, un veneno nuevo…
Sucede que esta sucediendo, nada más…


Fernando Guilla

viernes, 11 de enero de 2008

Certeza


Los abismos son cíclicos, no infinitos. Y cuando aparecen de vez en cuando nos hundimos en el pensamiento. Y ése pensamiento nace de la necesidad de entender. En éste poema, mi búsqueda...



Necesito una certeza para saberme humano,
Simular mi esencia de ángel arrepentido,
De duende de invertebradas danzas,
Ya no basta…

Esforzarme por mostrarme razonable,
Indiferente al mundo de mis sueños,
Obrar matemáticamente mi amor,
Ser lo que esperan, ya no basta…

Porque aun siento el perfume de las hierbas
Cuando miro tus ojos de libres mariposas.
Porque aun me pierdo en esponjosas nubes
Cuando tus labios impulsan el vuelo de mi boca.

Porque aun me sangra una oscura tristeza
Cuando deslizan tus lágrimas una frágil herida.
Porque aun me sumerjo en un acorde de madera
cuando una canción abraza mi desnuda inspiración .

Soñar es mi certeza de sensibilidad humana,
Amar es mi concreta forma de vivir,
Llorar es mi habitual manera de sentir,
Y eso me basta para andar…


Fernando Guilla

jueves, 3 de enero de 2008

Huellas Marcadas


No sé si fué la partida de un tío mío, o probablemente como dice el gran poeta Pablo Trullenque "sólo me duele el silencio de las cosas que envejecen", pero necesitaba escribir éste poema, dedicado a mis padres, tíos, amigos, con la intención de contener, crear un futuro eterno, entregar esperanza. Pero mas allá de éso, esta dedicado a quien quiera llevarselo. Al fin y al cabo Borges sugirió que una vez escrito el poema, ya no es nuestro. Que logre el cometido.


Es en vano que le pida al tiempo
Que detenga su circular manía
De marcar un inevitable destino.

Es difícil contener el blanco
Que en sus sienes cansadas,
Conquista invasivo sus cabellos sabios.

Es imposible que la sangre claudique
Su insistente capricho de encontrar remansos
En sus débiles latidos agotados.

Las miradas nunca envejecen,
Confluyen en su simple transparencia
Infancia, juventud, vigor y vejez.
Solo las cega una última luz redentora.

La inmortalidad esta garantizada
Mientras reclamemos al recuerdo
La memoria de los paternales gestos,
El regreso de los viejos olores de cocina,
La quietud de las siestas obligadas,
El retorno de las caricias ancianas.

Es que somos de creer que un último viaje
Simplemente nos lleva a un infinito prado celeste.
Consuela la paz de nuestros nocturnos sueños,
Que no tardará el abrazo de un nuevo reencuentro.

Mientras tanto mi tiempo, mis canas y mi sangre,
Siguen imitando sus huellas marcadas.
Orgulloso miro el crecer de las cosas
Hasta el último segundo de mi mirada.


Fernando Guillamondegui